viernes, 12 de octubre de 2012

Amarillos viernes



Sonreí al leer estas palabras de Albert Espinosa: “A mí me gustaría morir un viernes. Me gustan los viernes: estrenan películas de cine y la gente suele sentirse feliz. De pequeño me gustaban especialmente porque los viernes venían a buscarme mis padres al colegio, me daban un bocadillo de atún e íbamos a Cardedeu donde teníamos una casa de veraneo. De camino siempre encontrábamos atascos y mi padre ponía la radio... “. No ha pasado tanto tiempo desde que puse en marcha este blog y escribí un post sobre los viernes. Desde entonces intento publicar mis breves textos este bonito día de la semana. Y parece ser según el libro “El mundo amarillo” de Albert Espinosa que somos muchos los adictos al viernes. Claro. Los viernes son bonitos hasta para la gente que no trabaja.

El libro de este superviviente que ha inspirado la famosa serie “Pulseras rojas” merece la pena leer. El estar tan al borde de la muerte le ha dado a Espinosa una rica y también optimista visión de la vida. “El mundo amarillo” es el resultado de lo que ha aprendido de estar enfermo de cáncer durante muchos años. Pero no es un libro de tristezas y de actitudes de víctima. Se trata de una especie de decálogo sobre lecciones vitales. Unas lecciones de color amarillo que para Albert Espinosa quieren decir mucho más que la gama de colores amarillos. El amarillo significa muchos conceptos.  Pero a mí en particular lo que me ha encantado es la parte en la que habla de las personas amarillas. El propio autor los define de la siguiente manera. “Amarillo: Persona especial en nuestra vida a la que acariciamos, abrazamos y con la que dormimos. Marca nuestra vida y no necesita tiempo ni mantenimiento. Hay 23 en nuestra vida. Las conversaciones con ellos hacen que mejoremos como personas y descubramos nuestras carencias. Son el nuevo eslabón de la amistad”.

Aparte de la definición el autor describe lo que es tener a personas de este color. Y asegura que los amarillos son esos individuos que hacen que conectes y fluya una especie de buena química con ellos. Son personas que independientemente del lugar y el momento –los amarillos pueden durar minutos o años- hacen que les confieses intimidades, te hagan sentir comprendido o provoquen que tengas una visión bella del mundo. Son los que hacen que en ti perdure la llama de la vida y el milagro de sentirse vivo.

Yo ya estoy haciendo mi lista de personas amarillas de mi vida. Algunas de ellas incluso me estarán leyendo. Otras sin embargo quizá ni me recuerden. Lo cierto es que me ha gustado que Espinosa haya puesto el acento en la existencia de unas personas que no son ni parejas, ni amigos y que aun así hacen que te sientas en el mundo y en la vida como en tu casa aunque sea por un momento. ¡Qué bello es encontrarse con personas así! Quizá usted, lector mío, sea uno de mis amarillos y yo el suyo... 

Fotografía: Robert Doisneau

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