lunes, 30 de julio de 2018

Querida Kitty



Querida Kitty:

Permíteme este comienzo. Para mí te llamas Kitty. Y, con tu permiso me dirijo a ti con este musical nombre. Las personas como tú os llamáis todas así. Un nombre que al pronunciarlo con la lengua te obliga a abrir la boca en forma de una-casi-sonrisa acompañada de un toque en el paladar. Como la aparición final de las percusiones en una orquesta. ¡Ki-tty! Haz la prueba. Sí, porque aunque te parezca una tontería a mí me sacas una sonrisa y quiero que sonrías al acabar de leer esta carta que te escribo con el corazón. ¿Sonreír? Sí, quiero que le sonrías a la vida. ¡La vida, Kitty! ¡La vida! Tú, que no tienes motivos para ello porque es verano y te encuentras sola en las fiestas, en la playa, en las calles atestadas de gente dispuesta a comer y beber la luz del sol. Sé que vives en la umbría de sentirte ninguneada, excluida y marginada.  Y, eres nada más y nada menos que una adolescente con necesidad de creer en algo. Veo que tu llama en los ojos es débil. Débil y solitaria como el hierbajo del páramo. No sonríes con los ojos. ¿Existe algo más triste que eso? Después de este curso escolar y tus  compañeros de clase riéndose cada vez que abrías la boca, salías a la pizarra, pasabas por delante de ellos con tus pantalones rojos te sientes devorada por los buitres. Sin nada que llene tu mirada de aire resplandeciente. ¡Luz!

Kitty, te falta lo que más anhela el ser humano en la vida: la amistad de verdad. ¿He acertado? Más aún a tu edad adolescente en la que necesitas alguien a quien parecerte. Pero tus amigos te hacen sentir la soledad más gélida y estremecedora. ¿Se debería permitir que un adolescente conociera eso? Tú sabes de lo que hablo. Lo sé. Te sientes tan débil ante ellos que tocas fondo cada vez que aparecen ante ti. Sólo sacan tu lado más pusilánime. Tus amigos te maltratan en la escuela, en las redes sociales y ahora hasta en la piscina. Porque no ha llegado la tregua que esperabas con las vacaciones. Y, los días son como una brecha abierta que no te deja descansar. Es una tensión sumamente agotadora y bloqueadora. Tu cerebro segrega demasiado cortisol. Son ellos los compañeros que no permiten que esa horrible cascada se detenga, que la herida se cierre. Y, una y otra vez te torturan dando rienda suelta a esa sangre que se derrama burlándose de ti. Una sangre que alimenta una parte oscura de la personalidad de tus ¿amigos? Desgraciadamente no los podrás cambiar. La que por fortuna cambiarás serás tú. Pero todavía no te he dicho por qué te llamo Kitty.

Seguro que has oído hablar de Anna Frank. La muchacha que murió en un campo de concentración nazi conocida por su diario. ¿Sabes? Un cuaderno y un bolígrafo han podido rescatar para siempre la memoria de esta chica. Como si no pudieran matar su mano que escribía y así sobreviviera la parte más auténtica de esta chica. ¿No es fascinante el poder de las palabras? Cuando Anna Frank escribía en este célebre diario se dirigía a su amiga del alma y la saludaba efusivamente al inicio de su carta. Aunque esa amiga no existía dirigirse a ella era seguramente como un impulso de resistencia y amor a la vida.  Gracias a esta correspondencia con su gran compañera Anna Frank entre otras cosas, soñaba. Y eso hacía que su cómplice le sacara las fuerzas de donde no tenía Y esa amiguísima no era otra que Kitty.   
  
¿Pero quién era en realidad Kitty? Estoy segura de que Anna Frank sentía una necesidad fisiológica de escribir a esta chica diariamente. De dar forma a través de la tinta a su pesadilla como una desahogada energía liberadora. De alguna forma estar con su amiga sería la comida que necesitaba para su intimidad. Pero cuando escribía a Kitty en el fondo lo que hacía era otra cosa. Lo que hizo Anna Frank fue inventar el nombre para llamar al amigo del alma de verdad. Y, aunque suene a eslogan barato el amigo del alma de ti mismo no eres sino tú. Por eso te pido, te ruego, te imploro que empieces a ser amiga de ti misma, jovencita-víctima-de-bullying. Es el punto de partida de todo por excelencia. Rescátate, Kitty. Permítete pedir la ayuda que mereces. Escribe en un diario. Elimina de tu vida aquello que resta en vez de sumar. Date pequeños premios. Mejor si son simbólicos como hacerte un álbum de fotos tuyas con la mejor calidad. Háblate con dulzura en las fotos. Trátate como a una niña inocente que necesita creer en la magia. Imagínate que incluso la lluvia te bendice. Poco a poco tu querida Kitty no permitirá a cualquiera en tu vida. Menos aún a maltratadores, abusadores, violadores del alma. Hasta que aparezca otra gente en tu vida será mejor si estás sola que mal acompañada. Como dice el refrán. Kitty, deja que Kitty te haga soñar. ¡Oh, la vida tiene tanto que ofrecerte y enseñarte! Imagínate a ti misma en un sueño bonito para que ese sueño sea progresivamente una pequeña parte de tu realidad. Hazlo. Hazlo con la mente. Déjale que te salve. Cuando tengas a Kitty contigo como tengo ahora para mí muchas cosas cambiarán sin que hagas nada. Entonces sonreirás como yo sonrío ahora por ti. Y, desearás que alguien como tú no se hunda un día más, un poco más hondo. Es mi deseo de hoy. Llegar a ti con este mensaje en la botella. A tu playa o piscina donde sufres en pleno verano. Una nota que dice que te quieras por encima de todo y de todos. Porque por quien más amor has de sentir es por ti. Por ti, querida Kitty.

Fotografía: Martine Franck, 1995. Fuente: Magnum Photos. 

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