viernes, 28 de diciembre de 2012

Sudor, lágrimas, mar


Algunas interpretaciones apocalípticas de las idas y venidas de los años aseguraban que este año se iba acabar el mundo. Sin embargo me temo que todavía hay cuerda para seguir dando vueltas en este planeta que todavía y de momento es de color azul. El supuesto “fin del mundo” fue anunciado, claro está, erróneamente pues lo que indicaba el calendario maya es que iba a haber únicamente un cambio de ciclo. Así al menos han pregonado los expertos en la cuestión. Lo cierto es que el ser humano necesita ordenar y dar un sentido u otro al transcurrir de los años. Por ejemplo, según el calendario chino este 2013 será el año de la serpiente, un animal que despierta en mí y en muchos bastante repelencia y cuyo significado respecto al año que nos viene desconozco.

Para los vecinos de Newtown, desde luego, el año que se va sin duda va a suponer un antes y un después. ¿Qué puede albergar la mente de un joven de 20 años para matar a su madre, a una veintena de personas –la mayoría niños- y después suicidarse? Me temo que las personas de carne y hueso nos quedamos sin palabras para describir tanto lo terrorífico como es este caso, como lo sublime. Y es que un acto de tan extremada crueldad ha sacado las lágrimas hasta al mismísimo Barack Obama. Un gesto humano que he recibido como pura espectadora con gratitud. ¿Por qué no puede llorar un hombre que es uno de los líderes mundiales principales? ¿Acaso no siente y padece por las mismas cosas como el resto de las personas? ¿Por qué reprimirse las lágrimas ante semejante tragedia? ¿O es que el líder se ha dejado ver así por razones de popularidad? Ya lo dijo una vez la autora Isak Dinesen, “la cura para todo es siempre agua salada: el sudor, las lágrimas o el mar”.

Si seguimos con similares citas, tal y como he leído en una revista de curiosidades el agua que bebemos y derramamos en lágrimas ha inspirado muchas frases célebres. Leonardo da Vinci por ejemplo aseguraba que “el agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza”. Esta declaración científica típica del espíritu del Renacimiento sin embargo difiere de otras más poéticas: W.H. Auden sentenció que “miles de personas han sobrevivido sin amor; ninguna sin agua”. Novalis también realizó una declaración poética al decir que “el agua es un caos sensible”. El experto Jacques Y. Cousteau dejó para la posteridad una cita más digna de un hombre de las ciencias: “olvidamos que el ciclo del agua y el ciclo de la vida son una mismo”. Pero la cita que más me ha cautivado la hizo Albert Einstein: “¿qué sabe el pez del agua donde nada toda su vida?”. Nosotros los humanos tampoco sabemos apenas de las lágrimas que derramamos, el sudor que emitimos o el mar que divisamos. Sin embargo, un año más esperaremos inocentes que el nuevo año nos traiga esa nueva agua de la cual tanto pensamos saber. Por mi parte solamente os deseo que mantengamos el espíritu del río que fluye: seguir igual y a la vez renovados y distintos: urte berri on!

Fotografía: Martin Munkacsi

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