jueves, 19 de octubre de 2017

El Instagram de Kafka



Cataluña nos enseña que tenemos una doble ciudadanía. La primera es doméstica y cercana. Le preocupan las necesidades cotidianas como tener el estómago lleno, llegar a final de mes o saber quién va a recoger a los niños en el colegio.  Esto explica que esta primera ciudadanía se viva a pocos kilómetros a la redonda de la propia casa y que sea práctica. Por eso se la conoce como ciudadanía local y se contrapone a la segunda que es más global. En otras palabras, me refiero a la condición a la que apelamos cuando decimos que somos ciudadanos del mundo o por el contrario, recordamos a alguien que somos de nuestro padre y de nuestra madre. Tal vez de ahí viene que lo lejano o global a veces nos resulte ajeno y lo cercano un tanto pesado. Cataluña es un ejemplo de esta ciudadanía bifurcada en lo local y lo global. Porque, ¿qué se respira en las calles, ascensores, en los parques públicos catalanes  para aquellos que viven el procés en su trajín diario? Y, ¿qué nos pasa a los que no vivimos allí? 

Tenemos la televisión, los periódicos y sobre todo, las redes. Las redes nos ayudan a conectarnos con los catalanes y en general también con los fenómenos globales. A veces incluso colaboran en la intensidad con la que vivimos algunas anécdotas familiares. En este sentido, estas aplicaciones nos lanzan al mundo o también nos echan las raíces con la familia. En otros términos, nos volvemos “glocales”.

Ahora bien, las redes a veces no nos abren las ventanas al mundo ni tampoco enriquecen la conversación de dos comensales. En demasiadas ocasiones las zonas wifi nos roban la presencia auténtica con la persona que nos acompaña. Las redes sociales con frecuencia usurpan nuestro tiempo y sobre todo retiran nuestra dedicación verdadera con lo que nos rodea. Entre otras razones porque nos hacen vivir la vida a través de la pantalla táctil y no por medio de la retina.  ¿Pero cómo despreciar las redes sociales como Instagram que tanto nos acercan a los amigos que se encuentran en el extranjero? Estos inventos hacen posible algunas amistades a distancia. Es bueno reconocer sin embargo que, con demasiada frecuencia abren abismos entre dos personas que están cara a cara con sus teléfonos en la mano.

Han cambiado nuestras relaciones, las distancias, los ritmos. Esta doble ciudadanía se difumina.  En una ocasión le escuché al escritor Harkaitz Cano decir que no tiene teléfono móvil como una manera de ganar privacidad y también como una forma de conseguir más tiempo para leer. En su adolescencia sin Internet, decía, leía más. Un teléfono móvil flaquearía su lista de libros leídos. ¿O es que Instagram no nos quita tiempo para leer? ¿No nos roba la quietud necesaria para coger un libro entre nuestros brazos?  

Hoy le he visto precisamente a Harkaitz Cano por la calle. Caminaba deprisa y decidido a empezar algo. He envidiado en una milésima de segundo su vida sin Instagram, sin teléfono móvil. Pero a continuación me ha persuadido una idea que ha entretenido mi pensamiento. ¿Y si Harkaitz Cano  pudiera visitar el Instagram de Franz Kafka, por ejemplo? Entonces quizá sí  accedería a tener un smartphone aunque este le robara tiempo para sus libros. O, ¿no sería un reclamo que escritores o personalidades como el escritor de Praga pudieran inspirarnos de forma póstuma llenando Instagram de sus pensamientos? Que, ¿aunque muertos pudieran seguir colgando sus perlas en diferido?  

Me gustaría saber cómo sería el Instagram de Kafka. Sus fotos, confesiones o incluso sus ironías en la red sabrían como un dulce a media tarde. En el caso de tener acceso al Instagram de Kafka podríamos leer las frases que escribía en su diario. Como por ejemplo, aquella mítica y polémica cita: “Hoy los alemanes han invadido Polonia; por la tarde he ido a nadar”. Aquella famosa frase nos retrata espléndidamente en nuestra doble y (ahora) ambigua ciudadanía local y global. En este caso, representadas en la Polonia europea y en la piscina del barrio. Si lo pensamos bien esta frase también nos interpela en la vorágine catalana. Kafka podría haber escrito así en su Instagram: “Hoy Cataluña ha declarado la independencia. Por la tarde, he ido a correr”.  


Fotografía: Ian Berry. 

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