viernes, 1 de febrero de 2013

Fracaso social



¿A dónde nos llevará todo esto? O mejor dicho, hay que puntualizar: ¿a dónde tendremos que ir los jóvenes? Se habla de ello tanto en la calle como en los medios de comunicación  o en las conversaciones de madres preocupadas por sus hijos. La emigración se está convirtiendo en una alternativa real para muchos recién titulados (o no tan recién titulados) que se encuentran sin trabajo. Ingenieros, biólogos, científicos, enfermeras, arquitectos, maestros,... parece que no hay profesión que se libre del azote de la crisis económica. Y Alemania debe de ser uno de los destinos europeos que más  posibilidades de futuro ofrece.

¿Qué nos viene encima? Reflexiono de una manera más general y me pregunto qué época hemos estrenado con el estallido de la crisis financiera. ¿Es esta recesión un síntoma de que estamos entrando en otra era?  Por poner un ejemplo, pienso en la caída de los ideales humanistas que junto con otros muchos factores unidos a las crisis económicas hicieron que el Renacimiento se acabara para dar inicio a la época del Barroco. ¿Estamos asistiendo a un proceso similar?

Todos los jóvenes tan bien formados deben de estar igualmente frustrados con el único pensamiento de qué habrán hecho ellos para “fracasar”así. Personas (y familias) que se han sacrificado para realizar unos estudios superiores y que han dedicado tiempo y esfuerzo al sueño de llegar a dedicarse a una profesión de su gusto y para lo cual han desarrollado su talento dudan ahora de toda esa inversión de años. ¿Pero no debería ser ese sentimiento de derrota más bien social? Precisamente es la sociedad la que no es capaz de integrar el talento en su maquinaria interna. Y además no escuchamos por ningún lado un signo de preocupación por la fuga de inteligencia más necesaria que nunca para salir de la crisis.

Leo a Manuel Vicent en la prensa dominical que habla de la diáspora al referirse a los cerebros que España ha tirado y está tirando por la borda al permitir que fructifiquen lejos de aquí. Sin ir más lejos, Vicent se sitúa en la época del final de la Guerra Civil cuando los mejores escritores, científicos e intelectuales tuvieron que exiliarse en otros países. ¿No es esta comparación signo de que estamos atravesando una época de muchos cambios? Leo también en su artículo semanal a Javier Marías –que de lo que acabo de hablar sabe bastante por experiencia propia- y dice que valora agradecidamente cualquier signo de optimismo en esta época de bajas esperanzas de futuro. Marías asegura al recordar la época franquista que de peores situaciones hemos sabido salir. Ambos escritores emplean comparaciones con el pasado reciente que nos asustan bastante pero es bueno dejarse llevar por el pensamiento de que a una época de recesión le sigue otra de bonanza. No obstante es sano también caer en la cuenta de que todos esos jóvenes que se marchan lo hacen sobre todo porque se les deja marchar y además nadie se avergüenza.

Imagen: Dorothea Lange

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