¿A dónde nos llevará todo esto? O mejor dicho, hay
que puntualizar: ¿a dónde tendremos que ir los jóvenes? Se habla de ello tanto
en la calle como en los medios de comunicación
o en las conversaciones de madres preocupadas por sus hijos. La
emigración se está convirtiendo en una alternativa real para muchos recién
titulados (o no tan recién titulados) que se encuentran sin trabajo.
Ingenieros, biólogos, científicos, enfermeras, arquitectos, maestros,... parece
que no hay profesión que se libre del azote de la crisis económica. Y Alemania
debe de ser uno de los destinos europeos que más posibilidades de futuro ofrece.
¿Qué nos viene encima? Reflexiono de una manera más
general y me pregunto qué época hemos estrenado con el estallido de la crisis
financiera. ¿Es esta recesión un síntoma de que estamos entrando en otra
era? Por poner un ejemplo, pienso en la
caída de los ideales humanistas que junto con otros muchos factores unidos a
las crisis económicas hicieron que el Renacimiento se acabara para dar inicio a
la época del Barroco. ¿Estamos asistiendo a un proceso similar?
Todos los jóvenes tan bien formados deben de estar
igualmente frustrados con el único pensamiento de qué habrán hecho ellos para
“fracasar”así. Personas (y familias) que se han sacrificado para realizar unos
estudios superiores y que han dedicado tiempo y esfuerzo al sueño de llegar a
dedicarse a una profesión de su gusto y para lo cual han desarrollado su
talento dudan ahora de toda esa inversión de años. ¿Pero no debería ser ese
sentimiento de derrota más bien social? Precisamente es la sociedad la que no
es capaz de integrar el talento en su maquinaria interna. Y además no
escuchamos por ningún lado un signo de preocupación por la fuga de inteligencia
más necesaria que nunca para salir de la crisis.
Leo a Manuel
Vicent en la prensa dominical que habla de la diáspora al referirse a los
cerebros que España ha tirado y está tirando por la borda al permitir que
fructifiquen lejos de aquí. Sin ir más lejos, Vicent se sitúa en la época del
final de la Guerra Civil cuando los mejores escritores, científicos e
intelectuales tuvieron que exiliarse en otros países. ¿No es esta comparación
signo de que estamos atravesando una época de muchos cambios? Leo también en su
artículo semanal a Javier Marías –que de lo que acabo de hablar sabe bastante
por experiencia propia- y dice que valora agradecidamente cualquier signo de
optimismo en esta época de bajas esperanzas de futuro. Marías asegura al
recordar la época franquista que de peores situaciones hemos sabido salir.
Ambos escritores emplean comparaciones con el pasado reciente que nos asustan
bastante pero es bueno dejarse llevar por el pensamiento de que a una época de
recesión le sigue otra de bonanza. No obstante es sano también caer en la
cuenta de que todos esos jóvenes que se marchan lo hacen sobre todo porque se
les deja marchar y además nadie se avergüenza.
Imagen: Dorothea Lange
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