Hoy es el primer viernes que nos encontramos en la recién
llegada primavera. Y aunque todavía el invierno se hará notar al salir a la
calle, en la factura del gas o en la naturaleza nada nos puede quitar la
ilusión de que el sol, los días largos o el renacer de las flores silvestres
bañen nuestras vidas de luz, color y optimismo. La arriba mencionada joie de
vivre o lo que en euskera decimos con la sonora palabra bizipoza es
más fácil que aflore en estos meses en los que despedimos al invierno.
¿Cuántas obras de arte ha inspirado la primavera? ¡Tantas
que podríamos decir infinitas! Todos conocemos por ejemplo la obra de Las
cuatro estaciones de Vivaldi en el que se interpreta la música que
corresponde a la primavera. La obra pictórica La primavera de Sandro
Boticelli es igualmente bien famosa. Incluso en obras abstractas más
contemporáneas como las de Cy Twombly se han hecho eternas las cuatro
estaciones. El apasionante canto del final del invierno de Zea Mays (Negua
joan da ta) nos ha cautivado a todos. Pero en la poesía, siento
predilección por estas palabras de
Friedrich Hölderlin donde hace una correspondencia entre la primavera y
la liberación de los pesares del alma: Olvida el hombre las aflicciones del
espíritu,/ Pues florece la Primavera, y casi todo es radiante/ El campo verde
maravilloso se extiende/ Y por él brilla bajando la hermosura de un arroyo. /De
árboles cubiertos se levantan montes, / Y en los abiertos espacios el aire es
maravilla, / El amplio valle se extiende por el mundo/ Y torre y casa se
recuestan en las colinas.
Con todas estas manifestaciones podríamos decir que la
primavera es una metáfora de la superación de los inviernos de la naturaleza y
también del alma. Uno puede salir fortalecido de las malas experiencias y
llegar todavía con ilusión al mes de la luz y el verdor. Precisamente esta
cualidad humana de superar la adversidad con fortaleza se denomina hoy en día
científicamente con la palabra resiliencia. El conocido psiquiatra Boris
Cyrulnik es uno de los que más conoce este tema y además en primera persona. Es
conocida su obra en la que relata la superación de traumas infantiles. En una
entrevista concedida a una revista sobre educación defendía el vencer el trauma
por el arte. ¡Qué dos palabras, trauma y arte! ¿Ha hecho alguna otra cosa el
arte que no sea eso? Los artistas hacen con sus vidas expresiones artísticas ya
sea con una experiencia traumática o con la alegría de vivir. Todos no somos
artistas como Vivaldi o Hölderlin, claro está, pero de alguna manera sí somos
capaces de hacer algo con nuestros fantasmas en la medida de nuestras
posibilidades. Esa capacidad de reverdecerse o renacer de las cenizas es como
llegar a ser otro a la vez siendo el mismo. Igual que una muñeca rusa. Una tras
otra van naciendo iguales y cada una dentro de otra.
Ilustración: Apel les Mestres
No hay comentarios:
Publicar un comentario