¿No os asaltan curiosas dudas en torno a cómo nos facilitan
la vida las nuevas tecnologías? A estas alturas nadie pone en solfa que las
lavadoras, las aspiradoras automáticas, o los sensores nos ayuden en la vida
cotidiana a ganar tiempo para nosotros mismos. Sin embargo hay en mi opinión
algunos huecos en los que se escapan mis interrogantes como motas de polvo sin
identificar respecto a los adelantos virtuales.
En un futuro, quién sabe, habrá empresas que se dedicarán a
ahorrar tiempo a sus clientes. ¿Se imaginan? “Moretime S.A.”, “Timeforlife
S.L.”, “Tutiempo S.A.”. Porque el tiempo se está convirtiendo en un bien como
el agua. No obstante, como os decía antes, no me convencen demasiado las
costumbres que en algunas circunstancias adoptamos en el nombre del tiempo y
menos aún gracias a las nuevas tecnologías.
Leemos los periódicos por encima en los teléfonos móviles,
en Twitter nos ponemos al día de un tema que nos interesa especialmente,
Facebook nos conecta con gente a la que conocemos más o menos, compramos a
través de un botón lo que necesitamos sin pasar por el supermercado... todo en
un visto y no visto. ¿No resulta paradójico en cambio que tengamos tantos
recursos para ahorrar tiempo y que nos coman las prisas continuamente? ¿En qué
se está convirtiendo el tiempo?
La información es un bien muy valorado, ¿pero tenemos tiempo
para dosificarlo en nuestras vidas como es debido? Las nuevas redes sociales
pone en contacto con mucha gente pero
qué tipo de amistad nos ofrecen? Tenemos tanta información que acaba por
desinformarnos. Estamos tan conectados con nuestros perfiles públicos pero a la
vez esas conexiones delatan una falta precisamente de amistad verdadera y
relaciones de cara a cara. Es decir, nuestra intención última con los medios
tecnológicos es facilitarnos la vida, conectarnos, informarnos, ganar tiempo...
pero admitamos que a veces se convierten en justamente lo contrario: nos
vuelven inútiles, nos desconectan, nos desinforman y perdemos el tiempo por
todas las esquinas. Así los “ahorravidas” y las herramientas “ahorratiempos” se
convierten en unos utensilios “perdetiempos”. Y llegados a este punto yo admito
que Internet es para mí un medio bastante eficaz para entretenerme tontamente.
¿O soy la única que se le van las horas sin darse cuenta navegando
virtualmente?
Hemos aprendido bastante intuitivamente a manejar las nuevas
tecnologías. En cambio el aprender a gestionar todas esas masas de tiempo e
información requiere algo más que intuición. Es decir, es más fácil manejar la
pizarra digital que saber cómo debo invertir mi tiempo inteligentemente. Así,
para mí sería más útil que me enseñaran a saber cómo gestionar mi tiempo libre
y la información que a saber emplear las nuevas tecnologías. ¿O es que hay algo
más preciado que dedicar a algo o alguien que no sea nuestro tiempo? ¿No
os inquieta el papel central que están tomando las nuevas tecnologías en las
aulas? ¿Cuánto tiempo escolar se ganará...se perderá...?
Fotografía: Chema Madoz
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