sábado, 11 de mayo de 2013

Salvar el mundo


Gracias a una apasionada admiradora de Borges supe un día que el escritor argentino decía que el hombre tiene dos grandes deberes: ser justo y ser feliz. Me fascinó la manera en la esta sentencia resumía la actitud moral de una persona ante la vida. El tiempo no ha hecho más que corroborar la precisión con la que estas palabras captan la esencia de la ética humana.

Tengo que confesar que la parte que hace referencia a la justicia (el ser justo), me pareció en su momento lógica y de sentido común. Dicho de otro modo pensaba que esas palabras se ajustaban con los derechos y deberes con los que todos nacemos pero con los que no todos cumplimos. Sin embargo el deber de ser feliz me sonó en boca de la maravillada fan de Borges como un enigma. ¿Es un deber humano el ser feliz? ¿Qué hacer cuando nos pesa la vida más que la piedra más grande del mundo? ¿Qué demonios es la felicidad? ¿Un instante milésimo de gloria infinita o una actitud que se adoptan frente a las circunstancias? ¿Cómo ser feliz en medio de la adversidad? Las preguntas surgían una tras otra en nombre de la ignorancia. No obstante, según la vida me ha dado más años he sucumbido a la verdad de estas palabras del escritor argentino. Como humanos estamos unidos a la vida y por lo tanto debemos trabajar y moldear ese compromiso con ella.

A través también de esta lectora de Borges conocí  el bellísimo y célebre poema que se titula precisamente “Los justos” que dice así: “Un hombre que cultiva su jardín, como quería Voltaire./ El que agradece que en la tierra haya música./ El que descubre con placer una etimología./ Dos empleados que en un café del Sur juegan un silencioso ajedrez./ El ceramista que premedita un color y una forma./ El tipógrafo que compone bien esta página, que tal vez no le agrada./ Una mujer y un hombre que leen los tercetos finales de cierto canto./ El que acaricia a un animal dormido./ El que justifica o quiere justificar un mal que le han hecho./ El que agradece que en la tierra haya Stevenson./ El que prefiere que los otros tengan razón./ Esas personas, que se ignoran, están salvando el mundo.”

¿No son preciosas las imágenes que nos presenta Borges de esos héroes poéticos? Después de conocer estos delicados versos algunas veces pienso en esos salvadores del mundo y mentalmente me dispongo a proponer al escritor argentino y a su fiel seguidora más tipos de héroes anónimos y maravillosos. Uno de estos momentos ocurre cuando voy a una librería y me pierdo entre los libros más vendidos, los amables dependientes que ordenan y atienden las dudas de los clientes y las diversas secciones que componen una tienda de libros. Observo a las personas que todavía compran libros y entonces me digo “El que ajeno a las nuevas tecnologías compra un libro de papel, también está salvando el mundo”. Incluso quizá, tú también al leer este anónimo blog formes parte de ese grupo de personas que rescatan y devuelven a los demás a la vida...  

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