Y esta simple afirmación de que antes que maestra soy persona me lleva a pensar en todas esas categorías que me hacen a veces olvidar que primeramente soy una persona como otra cualquiera. Incluso -fíjense en lo que voy a decir- antes que una aficionada del Athletic (y sus forofos) soy persona. Antes de ser familiar de mis allegados soy persona, antes que amiga o vecina soy persona, antes que una bloguera que se exhibe en internet soy una persona necesitada de intimidad y privacidad.
Y es que hay muchos antes que... soy una persona. Quizá porque el punto de partida de todo lo demás se mi dignidad como tal. Yo no quiero olvidar eso este domingo que parece más bien el último día de mi vida. ¡No, por favor!
Pero, ¿qué nos hace sentirnos tan vulnerables ante algunos acontecimientos vitales? ¿Qué nos hace vivir un día como el último de la vida? Es algo que nos parasita el cerebro sin dejarnos mirar más allá. Algo así como aplicar un zoom excesivo a un acontecimiento vital más. No por favor. Non, s´il vous plaît. Antes que maestra soy una persona. A este paso me voy a tener que imaginar que voy a tener una cita con el hombre de mi vida este domingo o que es el día de mi boda con él. ¡Qué analgésicos mentales somos capaces de inventar!
De eso habrán aprendido bastante en Bilbao esta primavera. Y allá me dirigiré este domingo pensando que soy maestra antes que persona. ¿Aprobaré el examen? No quiero preguntas que me pongan entre la espada y la pared, no deseo pensamientos opresores. Me conformo con haber llegado hasta aquí. Antes que maestra, soy persona, svp.
Josefina Aldecoa, autora de "Diario de una maestra"
No hay comentarios:
Publicar un comentario