martes, 12 de junio de 2012

SVP

En estos día que ultimo mis estudios para pasar a la siguiente fase de las oposiciones de maestra no quiero perder de vista la mirada que me lleva a relativizar este proceso. Por supuesto, tampoco deseo caer en el relativismo cínico del no me importa nada aprobar o sacar sobresaliente pero me imagino que este domingo voy a San Mamés a ver un partido del Athletic de Bilbao en vez de al BEC a realizar dos exámenes. Visualizo entonces a todos los hinchas del Athletic animando a su equipo y yo me sumo a esa marea hipnótica de positivismo. Cada uno emplea sus estrategias a la hora de abordar los retos que la vida le va presentando en el camino y yo no quiero descartar que antes que una opositora soy una persona normal como otra cualquiera aunque yo tenga algunas particularidades que me singularicen de los demás. Puede que ustedes se imaginen que yo pretenda sacar mi gabarra particular -qué pena no haberla visto esta temporada- al pasar a la siguiente etapa de la OPE pero lejos de hacer esos simpáticos paralelismos lo que quiero transmitir es que la vida sigue después del domingo que viene apruebe a suspenda el examen. ¿O es que depende mi felicidad de un examen?  Hay vida más allá del domingo porque antes que maestra soy persona tal y como antes que mujer, lectora, aficionada al Athletic o vasca soy una persona o una ciudadana más del mundo. 


Y esta simple afirmación de que antes que maestra soy persona me lleva a pensar en todas esas categorías que me hacen a veces olvidar que primeramente soy una persona como otra cualquiera. Incluso -fíjense en lo que voy a decir- antes que una aficionada del Athletic (y sus forofos)  soy persona. Antes de ser familiar de mis allegados soy persona, antes que amiga o vecina soy persona, antes que una bloguera que se exhibe en internet soy una persona necesitada de intimidad y privacidad. 


Y es que hay muchos antes que... soy una persona. Quizá  porque el punto de partida de todo lo demás se mi dignidad como tal. Yo no quiero olvidar eso este domingo que parece más bien el último día de mi vida. ¡No, por favor! 


Pero, ¿qué nos hace sentirnos tan vulnerables ante algunos acontecimientos vitales? ¿Qué nos hace vivir un día como el último de la vida? Es algo que nos parasita el cerebro sin dejarnos mirar más allá. Algo así como aplicar un zoom excesivo a un acontecimiento vital más. No por favor. Non, s´il vous plaît. Antes que maestra soy una persona. A este paso me voy a tener que imaginar que voy a tener una cita con el hombre de mi vida este domingo o que es el día de mi boda con él. ¡Qué analgésicos mentales somos capaces de inventar!


De eso habrán aprendido bastante en Bilbao esta primavera. Y allá me dirigiré este domingo pensando que soy maestra antes que persona. ¿Aprobaré el examen? No quiero preguntas que me pongan entre la espada y la pared, no deseo pensamientos opresores. Me conformo con haber llegado hasta aquí. Antes que maestra, soy persona, svp
Josefina Aldecoa, autora de "Diario de una maestra"













No hay comentarios:

Publicar un comentario