Querida Kitty:
Permíteme este comienzo. Para
mí te llamas Kitty. Y, con tu permiso me dirijo a ti con este musical nombre. Las
personas como tú os llamáis todas así. Un nombre que al pronunciarlo con la
lengua te obliga a abrir la boca en forma de una-casi-sonrisa acompañada de un
toque en el paladar. Como la aparición final de las percusiones en una orquesta.
¡Ki-tty! Haz la prueba. Sí, porque aunque te parezca una tontería a mí me sacas
una sonrisa y quiero que sonrías al acabar de leer esta carta que te escribo
con el corazón. ¿Sonreír? Sí, quiero que le sonrías a la vida. ¡La vida, Kitty!
¡La vida! Tú, que no tienes motivos para ello porque es verano y te encuentras
sola en las fiestas, en la playa, en las calles atestadas de gente dispuesta a
comer y beber la luz del sol. Sé que vives en la umbría de sentirte ninguneada,
excluida y marginada. Y, eres nada más y
nada menos que una adolescente con necesidad de creer en algo. Veo que tu llama
en los ojos es débil. Débil y solitaria como el hierbajo del páramo. No sonríes
con los ojos. ¿Existe algo más triste que eso? Después de este curso escolar y
tus compañeros de clase riéndose cada
vez que abrías la boca, salías a la pizarra, pasabas por delante de ellos con
tus pantalones rojos te sientes devorada por los buitres. Sin nada que llene tu
mirada de aire resplandeciente. ¡Luz!
Kitty, te falta lo que
más anhela el ser humano en la vida: la amistad de verdad. ¿He acertado? Más
aún a tu edad adolescente en la que necesitas alguien a quien parecerte. Pero tus
amigos te hacen sentir la soledad más gélida y estremecedora. ¿Se debería
permitir que un adolescente conociera eso? Tú sabes de lo que hablo. Lo sé. Te
sientes tan débil ante ellos que tocas fondo cada vez que aparecen ante ti.
Sólo sacan tu lado más pusilánime. Tus amigos te maltratan en la escuela, en
las redes sociales y ahora hasta en la piscina. Porque no ha llegado la tregua
que esperabas con las vacaciones. Y, los días son como una brecha abierta que
no te deja descansar. Es una tensión sumamente agotadora y bloqueadora. Tu
cerebro segrega demasiado cortisol. Son ellos los compañeros que no permiten
que esa horrible cascada se detenga, que la herida se cierre. Y, una y otra vez
te torturan dando rienda suelta a esa sangre que se derrama burlándose de ti.
Una sangre que alimenta una parte oscura de la personalidad de tus ¿amigos? Desgraciadamente
no los podrás cambiar. La que por fortuna cambiarás serás tú. Pero todavía no
te he dicho por qué te llamo Kitty.
Seguro que has oído
hablar de Anna Frank. La muchacha que murió en un campo de concentración nazi
conocida por su diario. ¿Sabes? Un cuaderno y un bolígrafo han podido rescatar
para siempre la memoria de esta chica. Como si no pudieran matar su mano que
escribía y así sobreviviera la parte más auténtica de esta chica. ¿No es fascinante el poder
de las palabras? Cuando Anna Frank escribía en este célebre diario se dirigía a
su amiga del alma y la saludaba efusivamente al inicio de su carta. Aunque esa
amiga no existía dirigirse a ella era seguramente como un impulso de
resistencia y amor a la vida. Gracias a
esta correspondencia con su gran compañera Anna Frank entre otras cosas, soñaba.
Y eso hacía que su cómplice le sacara las fuerzas de donde no tenía Y esa
amiguísima no era otra que Kitty.
¿Pero quién era en
realidad Kitty? Estoy segura de que Anna Frank sentía una necesidad fisiológica
de escribir a esta chica diariamente. De dar forma a través de la tinta a su
pesadilla como una desahogada energía liberadora. De alguna forma estar con su
amiga sería la comida que necesitaba para su intimidad. Pero cuando escribía a
Kitty en el fondo lo que hacía era otra cosa. Lo que hizo Anna Frank fue
inventar el nombre para llamar al amigo del alma de verdad. Y, aunque suene a
eslogan barato el amigo del alma de ti mismo no eres sino tú. Por eso te pido,
te ruego, te imploro que empieces a ser amiga de ti misma, jovencita-víctima-de-bullying.
Es el punto de partida de todo por excelencia. Rescátate, Kitty. Permítete
pedir la ayuda que mereces. Escribe en un diario. Elimina de tu vida aquello
que resta en vez de sumar. Date pequeños premios. Mejor si son simbólicos como
hacerte un álbum de fotos tuyas con la mejor calidad. Háblate con dulzura en
las fotos. Trátate como a una niña inocente que
necesita creer en la magia. Imagínate que incluso la lluvia te bendice. Poco a
poco tu querida Kitty no permitirá a cualquiera en tu vida. Menos aún a
maltratadores, abusadores, violadores del alma. Hasta que aparezca otra gente
en tu vida será mejor si estás sola que mal acompañada. Como dice el refrán. Kitty,
deja que Kitty te haga soñar. ¡Oh, la vida tiene tanto que ofrecerte y
enseñarte! Imagínate a ti misma en un sueño bonito para que ese sueño sea
progresivamente una pequeña parte de tu realidad. Hazlo. Hazlo con la mente. Déjale que te salve. Cuando tengas a Kitty contigo
como tengo ahora para mí muchas cosas cambiarán sin que hagas nada. Entonces
sonreirás como yo sonrío ahora por ti. Y, desearás que alguien como tú no se
hunda un día más, un poco más hondo. Es mi deseo de hoy. Llegar a ti con este
mensaje en la botella. A tu playa o piscina donde sufres en pleno verano. Una nota que dice que te quieras
por encima de todo y de todos. Porque por quien más amor has de sentir es por
ti. Por ti, querida Kitty.
Fotografía: Martine Franck, 1995. Fuente: Magnum Photos.