viernes, 29 de abril de 2016

Amor en Panamá



Aquel fotógrafo guardaba con secreto regocijo una fotografía de las muchas que le sacó a un futbolista. Apartaba una imagen especialmente por encima de las demás. Sentía pasión tanto por el fútbol como por la fotografía. Por eso aquel reportaje que realizó con su cámara sobre lo que para él era, más que un deporte, rebosaba frenesí por recoger con las imágenes  los gestos, las miradas, los andares de ese futbolista. Había juntado en su cámara el fútbol y la fotografía y, con ello pretendía descubrir algo nunca retratado en ese deporte. La imagen que era objeto de su fetichismo y regodeo era sorprendentemente una en la que había captado la cara del futbolista desencajada, casi deformada. Como si aquella fotografía le contara un cuento del fútbol que le consolaba; le recordara algo que debía tener presente. Diríase que mirando aquella fotografía se sentía menos frustrado. De alguna manera parecía que tenía un control sobre el fotografiado. Le sometía. Denunciaba algo en él. La escasa fotogenia del futbolista en aquella imagen era el trofeo del hombre con la cámara colgada del cuello. Como un gol metido en su portería, un descarado regate al futbolista que es un héroe social.

El enamorado persigue otras intenciones aunque sea inconscientemente. El enamorado toma el camino inverso a este fotógrafo. No lo hace con su cámara sino con los ojos que mira a su amado. Porque el acto de enamorarse es en todo caso, rescatar imágenes de tu soñado chico en las que nada molesta, apenas estorban sus maneras, todo encaja. La mezcla que se vislumbra en el carácter de la chica de tus sueños es de una rabiosa perfección para ti. Al menos al principio. De alguna manera podríamos decir que el enamorado es un reportero de su amado donde no hay fotografías incómodas, imágenes poco amables. La mirada del enamorado no puede hacer daño porque ve a su amada como una especie de imperfección, que por otra parte, resulta perfecta. Lo que más tarde le sacará de quicio, ahora le hace gracia. El enamorado, todos sabemos, añade magia a la idea de su pareja que se ha hecho en la cabeza. Y esa magia acompaña cada paso de esa chica en sus maneras de andar, de reírse, de estornudar y, todo parece tener una luz propia. 

¿Qué postura adoptamos ante la vida? ¿La del fotógrafo enamorado del fútbol que ama la fealdad captada en su modelo o futbolista? ¿La del enamorado incapaz de ver una peca defectuosa en su chica? ¿Por cuál de las dos actitudes te inclinarías ante lo que conocemos por los papeles de Panamá? Quizá lo que han destapado estos periodistas ha hecho que veas a algún personaje público como haría ese fotógrafo con extrañas manías deformadoras. Ese hombre casi morboso por los defectos de su modelo. Así se entiende que la imagen mental que tengas ahora, si no lo tenías antes, de esos presuntos implicados en los escandalosos papeles sea de alguien desfigurado en su rostro. En esa cara descompuesta que lo refleja moralmente.

Me temo que este escándalo periodístico marcará un antes y un después. Y el revuelo formado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación remueve a la vez nuestras percepciones y miradas que adoptamos ante la vida, ante las noticias. Ambas maneras de mirar mencionadas –la deformadora y la idealizadora-se han instalado en nosotros aunque dirigidas hacia objetivos diferentes. Quién no se enamora de esos periodistas unidos en un enorme proyecto de investigación que nos hace creer que todavía hay un lugar para la esperanza y la justicia. Que el periodismo tiene todavía un papel en esta sociedad. Quien quiera parar este tipo de periodismo se delata.

Imaginemos ese rostro repulsivo y antiestético que como al fotógrafo extravagante, nos alivia ver en la cara del evasor implicado. Nos parece tener más control sobre esa fiera corrupta si lo miramos así de torpe, especialmente ahora que nos toca pagar los impuestos. Nos advierte de aquello en lo que puede uno convertirse. La historia que nos cuenta su pérfido gesto nos resarce. Lo escrutamos con unos ojos como si hiciéramos justicia con la mirada y luego nos saca una risa vengativa en los labios. Sorprende –no me negarás- toparse con esos papeles que tanto repelen e indignan, y a la vez, quedarse admirado por la labor periodística que los revela. Todo en uno. Podría decirse que en medio donde todo parece perdido y nos rodea la inmundicia aparece alguien que nos hace creer en el amor a primera vista y que todo está en su sitio. Es entonces cuando nuestros ojos eligen los héroes a los que desea mirar dulcemente y a cuáles destronar. Como si milagrosamente los ojos todavía distinguieran lo justo de lo que no lo es y sintieran haberse topado con el amor en Panamá.  

Fotografía: Gervasio Sánchez     

viernes, 15 de abril de 2016

Una escuela que fomente esa búsqueda




Suena Enya mientras tecleo y ella me lleva a Irlanda. Me pregunto cómo será esa tierra que inspira a tantos músicos y poetas. De hecho, se dice que Irlanda es el país donde mejores escritores hay por metro cuadrado. Una expresión o estadística que deja tocado  a cualquier enamorado de la literatura. Una curiosidad por conocer esa isla se apodera de mí como una nube tormentosa se cierne sobre uno de sus verdes acantilados. ¿De qué cultura beberán sus ciudadanos para entregarse a la pluma, a la lira?

Como Irlanda, cada país nos canta melodías diferentes. Por ejemplo, Japón nos evoca una cultura con claro sentido de la comunidad disciplinada, el deber y el honor. No nos podemos olvidar del manga, de su tecnología como tampoco soslayar que es el país con la mayor esperanza de vida del mundo. Eso sí que es todo un reclamo para interesarse por su vida y, claro está, por su psicología. ¿A qué se debe la fortaleza nipona?

Sin ir tan lejos, Finlandia es otro país con claras asociaciones para todos. Su excelencia educativa fascina a todo aquel interesado en pedagogía y también despierta la envidia de aquellos que sueñan con una sociedad mejor. La gran apuesta finlandesa por la educación ha situado al país en la cima de los mejores resultados en el informe PISA (como también Shangai, Singapur, Hong Kong y Taiwan). Son muchas las claves del éxito educativo finlandés cuyo beneficio disfrutan todos sus ciudadanos con un bajísimo índice de fracaso escolar y con un sobresaliente en civismo. Algo que nos lleva a pensar que su eficacia educativa está también dirigida a ser mejores personas. ¿Cómo es posible que estén tan concienciados todos para ese noble fin? Sin salir de Europa, tenemos también el Informe Mundial de la Felicidad 2016 que sitúa a Dinamarca como el país más feliz. Para esta clasificación no se han tenido en cuenta únicamente indicadores económicos. Se entiende que unos ciudadanos felices contribuyen mejor al progreso social. ¿Se podría decir que en Dinamarca hay más felicidad por metro cuadrado? Es curiosa la pregunta.

Por su parte, la ciudad alemana Gotinga es muy prestigiosa por la relación de ilustres profesores que han impartido clase en su universidad. Así es el caso de  Carl Friedrich Gauß, los hermanos Grimm o Edmund Husserl. Por añadir la expresiva estadística, se dice que hay un Nobel por cada 3000 habitantes de Gotinga.

A propósito de la gastronomía, los vascos somos conocidos también en este tipo de estadísticas. Donostia por de pronto, puede estar orgullosa de tener la primera universidad de la alta cocina de Europa y asimismo de ser la primera ciudad del mundo con mayor cantidad de estrellas Michelin por kilómetro cuadrado. ¿Qué se puede aprender de estas comunidades y de la presencia de la innovación en ellas? Sin ir más lejos, que todos ellos tienen el reconocimiento internacional en sus respectivos campos. Se lo han ganado. Todos admitimos su saber en el ámbito donde se entrenan. Todos nos rendimos ante su arte en las letras, en la salud, en la educación, en la gastronomía, etc.

Si me permites el paralelismo, el mundo es como una clase donde  Irlanda, Dinamarca o Japón destacan en lo suyo, como lo hacen Sara y Pedro. Todos y cada uno de nosotros, somos también, pues, como esos países a los que hay que reconocer un don para algo. Por eso todos los niños deberían salir de la escuela sabiendo que hacen algo bien. Es necesario que todos los alumnos escuchen en boca del maestro que tienen gran capacidad o gracia en esto o aquello. Me parece que la escuela debería fomentar esa búsqueda y ese reconocimiento de los talentos individuales. No por el único motivo de alimentar el ego o la autoestima del niño sino por una cuestión de justicia. Basta con imaginar a ese niño hábil que nunca ha escuchado que lo hace muy bien. Las consecuencias se traducen en un gran desperdicio para todos. Como un aula de una escuela con la calefacción al máximo y todas las ventanas abiertas en un helador día invernal. Aprovechar los talentos individuales repercute, también, en una mejora colectiva. La escuela no puede quedarse al margen de esto y dejar que ese calor en forma de talento se evapore con el frío. Es en ella, en la escuela, donde se concentra más talento del futuro por metro cuadrado. 

En la foto: el cocinero vasco Juan Mari Arzak. 

viernes, 8 de abril de 2016

Lesboseko huri apartatu hartan




Nire burua zerbaiten ihesean harrapatzen dudanean “Merkatari aberatsaren morroia” deritzon ipuina gogoratzen dut, Bernardo Atxagaren istorio liluragarri hori, lehen aldiz irakurri nuenetik sekula ahaztu ez dudana eta zuk oraindik ezagutzen ez baduzu ziur zeuregatuko duzuna. Oroimenean itsatsita dudan kontakizun honek nire pentsamendua hartzen du gotorleku, adibidez, konpromezu bati alde egin nahi diodanean edo pertsona bat urrutian utzi nahirik, nolabait hanka egin nahi dudanean. Aipatutako ipuina patuaren eta askatasunaren arteko hari fin horrek igorritako tintaz idatzita dago. Gure bizitza erabakita al dago? Bizitza dadoen jokoa al da? Ala ajedrez partida bat? Heriotza despistatu al dezakegu bizitza pixka bat luzatuz? Errenditzea al da hoberena?

Azken bolada honetan asko oroitzen naiz ipuin honetaz baina ez da ni ihesi nabilelako. Errefuxiatuen dramak pizten dit ipuina buruan. Idomeni, Kios edo Lesbos hitzek Atxagaren Ispahanera naramate, aipatutako ipuinera. Orduan merkatari aberatsaren morroia imajinatzen dut. Bagdadeko merkatuan dago erosketak eginez, bat batean, Heriotza azaldu den arte, errefuxiatuen jatorrizko herrietan bezala. Morroia beldurtuta dago beltzez jantzitako gizona ikustean. Are gehiago keinu egin diola konturatuta. Heriotzaren keinua bizitzaren amaierara iritsi den ideiarekin lotu du. Akabo, azokatik irten da etxera abiatuz. Merkatari aberatsari zaldi azkar bat eskatu dio ihesa ahalbideratuko diona. Ispahango huri apartatura doa abiadan, bizitza jokoan duen egonezinarekin. Urrutira alde egin nahi du morroiak, urrutira. Antzeko ihesa aukeratu dute errefuxiatuek mafien edo bidaia inposibleen bitartez. Bagdadetik Ispahanerako bidea edo Siriatik Europarakoa, beraz, ihesarena bilakatu da, tranparena, askatasunarena?, arrain batzuek harrapatzaileak engainatuz euren azala kolorez aldatzen duten bezala.

Bitartean, merkatari aberatsa, bere morroiaz kezkatuta, Bagdadeko azokara abiatu da Heriotzarekin hitz egitera. Galdetu dio ea zergatik egin dion amenazuzko keinua bere morroiari. Heriotzak erantzun dio ez dela amenazuzko keinua izan, harridurazkoa baizik. Harritu egin da morroia Bagdaden ikusteaz, Ispahanetik hain urrun, alegia. Bertan hartu behar baitu Heriotzak morroia gauean, Bagdadetik hain urrun dagoen Ispahanen. Heriotzari ihes egitea, horrela kontatuta, mamu beltzaren ahotik sabelera zuzentzea bezala litzateke, patuaren azken sonetoak sortzea.

Baina hor ez da bukatzen istorioa. Ipuinaren amaierak, hainbat bertsio ditu eta miresgarria da morroiak Heriotza despistatzen duela kontatzen duen hori. Ispahango ispilu denda batean gertatzen da, bidaia luzea eta gero, Heriotzak eta morroiak egunsentia gertu dutelarik. Ispiluek erreflejatzen duten guztietatik zein da benetako morroia? Heriotzak ez daki zein den bere harrapakina eta zein bere irudia islatzen duen ispilua. Joku hau posible egiten du literaturak ipuinaren bigarren bertsio honetan eta segundu batez bada ere, bizitza hilezkor gailendu zaio bere etsaiari.

Patuaren eta bizitza guk geuk idatzi dezakegula sinistera eramaten gaituen askatasunaren arteko talka hori dabilkit, bada, bueltaka nire imajinazioan telebistako albistegietan errefuxiatu-esparruen irudiak bazkariarekin edo afariarekin nahasten zaizkidanean. Lesbos edo Idomeni Ispahan dira, esaten diot nere buruari. Eta ispiluak gero eta errefuxiatu gehiago erreflejatzen ditu. Arazoa hazten doa. Errefuxiatuek euren jatorrizko herrietako ankerkerian ikusi dute Heriotza eta urrunera ihes egin dute bizitzaruntz. Batek daki, ihesaldi horretan Heriotza ez ote den ariko aipatutako harridurazko keinu hori egiten. Nola ote da posible Greziako kostetan zanpatuko duen pertsona,  hain urruti dauden Sirian, Afganistan edo Pakistanen ikustea lehenago? Atxagaren Ispahango huri apartatua, Lesbosekoa izan liteke. Europatik apartatu nahi ditugun biktimen beste hiri sinbolikoa da.  Batzuek ihesean Heriotzaren eskutik irentsiak izatearen patua zeramaten eurekin. Errefuxiatu-esparruetan bizirik dirauten pertsonen errealitatea oso bestelakoa da, baina ez dakit bizirik dauden hildakoak ez ote diren euren bizitza-balditzak ezagutu ondoren, euren neke emozionala kontutan hartuta, bizitza duinetik apartatua izatea sentitzeak suposatzen duen infernuarekin. Gogora datozkit Espainiako Gerra Zibilaren kontestuan ihesean alde egin zuten batzuen patuak. Espainiatik  ustez ihes egin Parisera, bertan erbestean bizi ondoren, Bigarren Mundu Gerran kontzentrazio-esparru nazietan amaitzeko. Ihesa abentura arriskutsua bezain hilgarria litzateke horrela.  

Martxoaren 20ko Brusela eta Ankararen arteko paktua albistegietan ezagutu dugu lotsaren eta ulertezintasunaren artean, eta hainbeste traje eta korbatek ez digute biktimen bizitzekin konektatzera eramango gaituzten enpatia piztu. Hain zuzen ere, hori eskatu behar baitiegu gure albistegiei edo Europatik datozen erabakiei: anestesiatik urrundu eta enpatiara eramango gaituzten kontakizunak. Errefuxiatuen drama hezur-haragituko duten testigantzak, aurpegiak, izenak. Diskurtso legaletik diskurtso etikora eramango gaituzten istorioak. Non geratzen dira giza eskubideak? Zer zirrikitutatik doaz horiek ere ihesbidean? Legala den oro al da, bada, etikoa?


Diskurtso ofizialari galdera hauen erantzuna eskatzea, baina, gehiegitxo ez ote den pentsatzen dut, zoritxarrez. Bestela ez genituzke errefuxiatuak -Europako betaurrekoekin- ikusiko ikusten ditugun bezala, hau da, pertsonak ez balira bezala. Identitate gabeko masa galdua eta kriminala bailiran. Gerratearen zama gainetik kendu ezinak ematen dien inor-ez-naiz etiketarekin. Kazetari askok salatzen dute hori eta txalogarria da egiten dutena. Are gehiago euren lana mugatzen saiatzen direla jakinda.  Batzuetan, ordea, zerbait falta den sentsazioak, gehiagoren gose uzten nau. Agian literaturak edo zineak ematen diguten begiradaren beharrean nago. Horiek eskeiniko dizkidaten kontakizun enpatikoen premian. Ni horrelako istorioen zain nago, bederen. Zeren idazle edo zinegile horiei esker izango dugu urte batzuk barru errefuxiatuen dramaren fikzio hunkigarriena eta benetakoena. Batzuek Europa edo Ispahan bidean Heriotza nola despistatu zuten kontatuko dute euren obretan. Edo Heriotzaren atzaparretan nola erori zirenen istorioak ezagutuko ditugu. Agian ezer egin ez genuen damua sentiaraziko digute, biktima bezala ikusi ez genituela salatuz. Zalantzarik gabe, biktima horien artean, idazle asko egongo da drama horren fikzio borobil bat jada buruan duena. Ideia horiek gauzatu daitezen baino ez dut eskatzen. Literaturak justizia egiterik baleuka bezala. Obra horietan, beranduegi ez bada, gure morroiaren edo errefuxiatuen sufrimenduarekin bat egingo dugu. Eta, jakina, istorio horiek itsatsita geratuko zaizkigu, niri Ispahan bezala. 

Argazkian: Jorge Semprún. Holandara ihes egin zuen Espainiako Gerra Zibilean. Ondoren erbestean bizi izan zen Frantzian eta bertatik Bigarren Mundu Gerran, Buchenwald kontzentrazio-esparru nazira deportatu zuten. Esperientzia hau kontatu zuen ondoren bere liburuetan.