Llegados a este 8 de
marzo de 2019 me pregunto qué mujer nace con la intención de llegar un día a tomar
la decisión de abortar. Visto lo visto en televisión no está demás volver al
viejo tema que acaba sacando a las mujeres la misma frase: qué sabrá ese tío lo
que es tener a un bebé dentro. Esas mujeres se refieren a esos políticos que
empiezan a hablar de la baja tasa de natalidad pero acaban uniendo de la forma
más retorcida ese problema con la sensación al ver la ecografía de un feto de
20 semanas. Al parecer el emocionante momento que vive una mujer cuando el
ginecólogo le presenta en una enigmática pantalla el feto de 20 semanas que
ansía vivir impediría a cualquiera tomar la decisión de abortar. Evitando esos abortos, dirán esos políticos, se
incrementarían los nacimientos. Esa retórica del aborto quizá pretenda llegar
al votante femenino pero lejos de pensar en ellas lo que persigue es una alarmante
desprotección legal y moral en el siglo XXI que promete, por cierto, ser el de
las mujeres.
Las ideas de esos
políticos sensibleros los escuchan las paredes del parlamento ahora disuelto. Y
esas recomendaciones pretenden adherirse no sólo a esas respetables paredes
sino también a ese mullido y cálido útero colectivo como si fuera el ágora de
los pensamientos progresistas. Sin embargo, una verdadera democracia madura y
crítica no dejaría que esas ideas fecundasen en su sede más representativa. No
permitiría esa manipulación por parte de políticos que se atreven a persuadir
de la forma más falaz. Todo comienza con unas palabras intentando maniobrar la
argumentación que apela a las emociones para acabar legislando con las
vísceras, la testosterona y sobre todo con la más rancia y conservadora
nostalgia machista. ¿A quién no ha chirriado que un político se atreva a
defender unas ideas políticas basadas en una traumática experiencia personal?
¿El bien común de las mujeres y de las vidas que están por llegar está sujeta a
tan estrecho punto de mira?
Querido político, el más
preciado feto que se pueda engendrar jamás se encuentra en la cabeza de una
persona sin llegar ni siquiera a un día de gestación. Es ahí, en la cabeza,
donde se deberían hacer las ecografías anunciadoras de las que usted habla. Las
concepciones no se dan como algunos creen en el útero sino que primeramente se
gestan en la cabeza. Es ahí donde debería empezar el verdadero embarazo. Nos
embarazamos de ideas como seres humanos –y no animales- que somos. Oriana
Falacci en su libro Carta a un niño que
nunca nació lo describió con un maravilloso lenguaje. Cuando escribió sobre
una luz que hace que una célula empiece a dividirse sin cesar. Pero esa luz
primigenia es una idea, un sueño, un deseo en la cabeza que desemboca en una ininterrumpida creación de células parecida a
la llegada de las olas del mar. Y esas incesantes olas llegadas con la misión
de explotar en un parto como rocas en una costa salvaje son las que provocan una incipiente y frágil vida
que nace a través del vientre de una mujer. El de Falacci es un libro que
desborda sensibilidad y es desde esa sensibilidad desde donde la mujer defiende
su derecho a elegir si quiere dar o retirar la vida. Se trata, no olvidemos, de
una vida que la mujer tiene la misión biológica de transmitir con preferencia.
¿Acaso no merece esa mujer más respeto y consideración si es ella la elegida
por la naturaleza para semejante misión?
Debemos educar las mentes
para evitar niños no deseados. Por eso necesitamos una educación sexual de
calidad que paradójicamente los que supuestamente más defienden la vida luego tanto
rechazan. Es así de simple, si hay más educación habrá menos orfanatos. Las
parejas que adolecen de esa educación y de una planificación familiar razonable
son las que luego peor responden como madres y padres. Por eso a los supuestos
defensores de la vida, les preguntaría, qué tipo de vida es la que defienden.
¿La de una mujer que no es capaz de asumir la responsabilidad de ser madre? ¿La
de una madre que criará a un niño inestable que
a su vez será una carga para la sociedad? Un niño feliz necesita primeramente
una madre también feliz.
A ese político se le olvida que este mundo guarda en sus entrañas violaciones, incestos, y también
dramáticos descuidos que pueden convertir en contra su deseo a una mujer en
responsable de una vida que le viene como una ola demasiado grande. En algunos
países es posible por ejemplo que una mujer tenga en brazos a un bebé con el
rostro de su violador. Pero en un mundo injusto y salvaje por naturaleza
tenemos la ley que a veces nos protege y la medicina que otras veces nos salva.
Dentro del derecho existe por ejemplo una ley que protege a una persona por
matar en defensa propia. Si se me permite este paralelismo, ¿por qué no se
contempla que una mujer esté legalmente amparada si quiere abortar también de
alguna manera en defensa propia? Por ejemplo, para que su vida y la de su hijo no
naufraguen de manera trágica al verse por primera vez después del parto. Algo que no
significa que abortar sea deseable ni que no deje secuelas. ¿Pero cuándo matar
es un acto que alguien elegiría cabalmente aunque fuera en defensa propia? Se
trata de una medida excepcional y no privilegiada, generalizada, ni caprichosa.
Cuando las mujeres defienden
el aborto en el fondo sueñan con una maternidad digna que repercuta en una
sociedad mejor. Reivindican tener voz ante políticos que nunca han abortado ni
abortarán jamás y sin embargo se atreven a discriminar públicamente a las
mujeres que han podido tomar esa difícil decisión. La naturaleza es salvaje. La
sociedad en cambio aspira a la civilización que contempla el oscuro abanico de
maneras de convertirte en madre. Las olas, como las vidas que reclaman nacer, no
dejarán de golpear las rocas aunque sea de noche. Algunas vidas llegarán como
turbias y agitadas aguas con la intención de hacer perdurar para siempre esa noche
en la vida de algunas mujeres. Pero nosotras reclamamos el poder de conceder esos
nacimientos como si hiciéramos un pacto con Neptuno y su reino marino. Todos
pertenecemos a ese inmenso océano que sigue la cadena de la vida como un
instinto natural. La humanidad sin embargo no se construyó únicamente sobre
esos cimientos instintivos que puedan despertarse al ver una ecografía. Soñamos
con ser definitivamente dueños de nuestra vida y sobre todo seguir siéndolo
después de ser padres o madres. Esta es la maternidad y por lo tanto la
sociedad que defendemos ante esos políticos con una engañosa alma de mujer.
Esta es mi carta a la señora Pablo Casado. ¡Feliz 8 de marzo! La batalla
continúa.
Ez dakit nola haurdun dauden arazoak konpontzen laguntzeko modurik bila dabilen jendeak denbora bilatzen duela Amerikako jaiotako gehienak Dr. Wealthy-ren laguntzaz hitz egiten duenean. Begiratu nion neure haurdunaldia 6 urteko ezkontza baino gehiagorik ez nuen espermatozoide txikia dela eta senarra ematera heldu zitzaidanean, eta hori da nire senarraren arazoa lagunduz. Nire izena Stacy Williams Idahoko (AEB) da. Edozeinek eta ortatze-gurpilen laguntzarekin behar dituzten guztiei aholkatuko nizuke beren doktoregatik edo posta elektronikoz aberastasunaren benetakoa izanez gero bere aberatsa atzera egitea edo aberatsa Dr. Nire senarra eta ospitale desberdinetara joan ginen, haurdun gelditzen ari zitzaidan errua zela pentsatuz. Hala ere, ospitale federalean ere aztertu zuten eta espermatoiaren zenbaketa txikia izan zen eta ezin izan zuen emakume bat haurdun lortu gizonezkoen antzutasunaren ondorioz. Garai hartan haurdun gelditzen ari nintzela sortzen nuen orduan, eta Woody doktorearekin harremanetan jarri nintzen eta behin eta berriro arazoa konpondu nuen. Berehala erabili behar zuela esan zidan ordainduta, haurdun gelditu nintzen senarra lo egin ondoren. Konfiantza gizon hori izateko giltza da eta zure arazoa behin eta berriz konponduko du. Uste dut% 100. Oso erreala da sorginkeriaren eta kontzepzioaren kasta-sortzaile baten laguntzarekin. Bikiak sortu ditut eta baliabide hau erabiltzen dut Dr. 6 urte zain igaro ondoren, azkenean nire haurtxoak nirekin. Emaila: wealthylovespell@gmail.com edo Whatsapp zion. +2348105150446 zure ezkontza gordetzeko eta familia zoriontsu izan
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