sábado, 18 de mayo de 2019

Razones para vivir III


Amelie Poulain. Los tres colores primarios. La lluvia de estrellas, las Perseidas o las llamadas Lágrimas de San Lorenzo. Un toldo. La sonrisa de un ciego. El perro de ese ciego. Dos chóferes de autobús que al cruzarse en la carretera se saludan con la mano o las luces largas. Las huellas que dejó para siempre un gato al deslizarse por una vía mientras la hacían con hormigón. La huella que una persona especial deja en ti. Los sobres azules y rojos que viajan en avión. Una sombrilla. Las camelias que florecen a pesar del frío y la falta de luz. Las cataratas Victoria en África. Tu cama caliente. Cuando las naranjas nuevas o las fresas llegan a las fruterías. La pureza en Heidi. La existencia de las circunferencias. El aperitivo a media mañana. Las renovadas energías de septiembre. La felicidad que no entiende de los coeficientes intelectuales. Un momento en el que irrumpe la canción What a Wonderful World de Louis Armstrong. Las auroras boreales. Arrascarse. El festival del color “holi” en India. Un amour fou. La historia del libro Archipiélago Gulag de Solzhenitsyn. Darse la vuelta y seguir durmiendo. Las noches blancas de San Petersburgo. 

La montaña mágica, de Thomas Mann. La serie de televisión Celia. El sonido del agua en Granada.  La escuela de traductores de Toledo. Amar como se ama en el primer amor. La frondosidad de los árboles en mayo. Un telescopio. Maria Montessori. Las raíces de un roble. El azul del cielo mediterráneo. La responsabilidad asumida de un niño al llevar las llaves de su casa colgando de su cuello. Leer las propiedades nutritivas mientras ingieres un alimento muy energético. Descubrir el paisaje donde se inspiró un artista. La sonrisa de Julia Roberts. La paciente espera de un pretendiente. La vuelta al mundo que en 80 días dió Willy Fogg. Cuando Platón dijo que era más amigo de la verdad. La Residencia de Estudiantes. Los amores platónicos de la adolescencia. Un árbol medicinal como el ginkgo biloba. El coro Eskolania. La pasión según San Mateo y La pasión según San Marcos, de Bach. Un periodista de investigación. El atreverse. Desayunar en la pastelería Demel de Viena. Una mañana de junio. Pasearte con los ojos cerrados por el mercado de las especias en Estambul. La hija de Ryan, de David Lean. Las científicas como María Blasco que luchan investigando para curar el cáncer. Un oncólogo. Vibrar con tu canción favorita.

Jane Eyre, de Charlotte Brontë. Tu primer diario. El milagroso desorden en el laboratorio de Alexander Fleming. Una playa nevada. Desenmascarar a una persona. Cuando Sherlock decía “Elemental mi querido Watson”. La traductora Marta Rebón. Cuando en el momento más inesperado conoces a alguien especial. La localidad Dingle en Irlanda. El cortejo. Ver las cosas de otra forma. Guardar en la memoria el supercalifragilisticoespialidoso de Mary Poppins. El silencio que hace de espejo. Los patios de flores en Córdoba. Una Termomix en la cocina de una familia. Nabucco de Verdi. Una secuoya. Esa curva que te gusta coger con el coche. El número pi. Anticiparte mentalmente a la reacción de una persona. Miguel Bosé cuando canta Amante bandido. La llamada para una entrevista de trabajo. Las diferencias que guardan los gemelos. Dar con un temazo que casi tenías olvidado en Spotify.   El silencio en una sauna. Un naranjo. Sonreír con los ojos. La tradición musical en Irlanda. Lo que el dinero no compra. El intervalo silencioso entre el final de una obra y el aplauso del público. La música de las chancletas que golpean la planta de los pies. La belleza de una palabra fetiche. El resultado que desvela una regla de tres. Un hamman. El abrazo entre Deméter y Perséfone. Cuando Rilke escribió que la verdadera patria del hombre es la infancia. El derecho de voto de las mujeres. Biarritz.

Un ángel en mi mesa, de Janet Frame. Cuando los estudiantes arrancan la primera hoja en El club de los poetas muertos. Tu primera ecuación. Netflix como el contador de historias del siglo XXI. La experiencia mística de comer la tarta de queso de Hilario Arbelaitz. El museo Sorolla. Me voy a morir de tanto amor, de Alberto Iglesias. Los brazos de los violinistas. Unas alianzas de tus antepasados. Correr. Las grabaciones que hace a su hija la protagonista de Mi vida sin mí de Isabel Coixet. Cuando entre libros alguien no se siente solo. Las tórridas escenas de un amor de verano. La olla express. Una mano tendida que ofrece ayuda.  Enseñar a un niño a leer. Edurne Pasaban.

Romeo y Julieta de Prokofiev. La bala que no mató a Malala. El feminismo imparable. Michelle Pfeiffer en Mentes peligrosas. Las pistas que como reclamo de justicia siempre dejan los delincuentes. Las torrijas. La motivación intrínseca de un alumno.  El desamor que inspirará una gran canción. Ver Donostia desde Igeldo o Ulía. Una acertada improvisación. El diapasón. Tirarte de cabeza a la piscina. El Summa Artis. Una copa de vino. La vida es bella, de Roberto Benigni. Las flores que se pueden cortar pero la primeravera que no se puede detener, como dijo Neruda. La mantequilla. La sordera musical de Beethoven. La gruta azul en Capri. Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll. Callarse si no es para mejorar el silencio. Unas vacaciones. Llorar de emoción. Shakespeare.